martes, 13 de octubre de 2009
Ufff
Liliana ha vuelto a colocar las tazas a su gusto. Ha vuelto a apilar los jabones de la ducha a su manera. Adoro a Liliana, pero no suporto que altere mi orden. Ella viene a mi casa un día a la semana, me hace la vida más fácil y yo pago por ello feliz. Es una persona que me facilita la vida, pero no entiendo por qué no puede seguir mi orden. Esta es una manía que desarrollé durante la oposición y no he conseguido superar. Uno de estos territorios pantanosos en los que me confieso arisca y difícil de llevar. En una especie de ejercicio simbólico, he dotado al orden de determinados objetos e incluso a ciertos objetos en sí mismos, de un valor del que, racionalmente sé que carecen, pero que en una parte atávica de mi, tiene sentido. Si ese orden se altera, mi orden vital, personal, mis cosmos puede verse alterado. Y esa idea me resulta sumamente perturbadora. Así que, los días que viene Liliana, después debo repasar una a una mis manías, recordarme que son absurdas, y sin embargo, organizar tazas y jabones por si acaso, no sea cosa que se hunda mi mundo por una taza mal puesta o un jabón mal orientado. Ufff.
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jajajajaja... qué pijotera eres, querida ¿y tú quieres vivir en pareja? pobrecito aquel, jajajajaja... en fin, de todos modos te entiendo, aunque haga sangre.
ResponderEliminarBesitos
DTB
Todos tenemos manías de ese tipo, creo. A mí, como no tengo Liliana (así está la casa...), me es fácil mantenerlas. Pero en lugar de tenerlo todo ordenado, lo tengo todo desordenado. Aún así dentro del caos creado reina cierto orden.
ResponderEliminarUn abrazo
Sergio