sábado, 17 de octubre de 2009

No puedo permitirlo

Dice, osadía la suya, que quiere verme en mi casa, sin tacones, con gafas, en pijama, sin escudos supongo, sin respuestas rápidas, ni ironías, en silencio o con música suave o con boleros, porque mi casa es así, una vez que cierro la puerta, mi paraíso privado y exclusivo al que poca gente tiene acceso. Puedes venir a una cena, tal vez a una fiesta, a ver una película o a jugar al Trivial, pero... ¿verme a mi? ¿verme a mi de manera íntima? No, lo siento, no. No puedo permitirlo. Entrar ahí es entrar en terreno pantanoso. No puedo permitirlo. Me vuelvo una gata callejera, rancia, rabiosa. Saco las uñas. Es tan difícil. Lo siento. No puedo permitirlo. No vas a verme vulnerable, y herida, y más frágil de lo que puedas imaginar. No. Soy territorial, solitaria, muy mía. Lo siento. No puedo permitirlo. No puedo permitirlo, y por eso, así me va.

2 comentarios:

  1. Seguro que ahora le has dado aún más ganas. Me imagino que no podrás permitirlo a ciertas personas, que a lo mejor son muchas. Al resto... suerte la suya :-)

    ResponderEliminar
  2. Olivia!
    que ya te he descubierto este blog también!
    He de decirte que me gusta mucho tu forma de escribir,etc,etc,etc...aunque,¿ya estarás acostumbrada a qué te lo digan,no? y en especial,me gusta este escrito!

    ResponderEliminar