domingo, 28 de octubre de 2012

El loco


Este camino invertebrado tiene forma de pantano. Tiene forma de infinito. Camino y soy los matojos que me arañan, y camino y me crece encima el aroma de la periferia. Mi ciudad, mi casa, las afueras.

A veces me dejo caer sobre la tierra: soy la caja de resonancia de su latido. Me explica que las montañas son mujeres tendidas y encrespadas. Vaya, le digo. Y me reverbera dentro. Entonces caigo dormido, ya he hecho suficiente por hoy.

En otros a veces dibujo las líneas maestras de mi dormitorio sobre la tierra – todos esos ellos están tan lejos- y tengo una cama y tengo un pupitre y tengo una silla y un armario y un arcón. Es muy importante tener un arcón. En él guardo los tesoros: piedras triangulares, azulejos rotos. En mi dormitorio dibujado hay un espejo y una pila. Hago como si tuviese una rutina: me lavo los dientes, me lavo la cara, reflexiono sentado sobre la cama… son mis mejores formas de higiene.

Pero no, en otros a veces no, en otros a veces corro o hablo o escupo. Me siento en una ladera y miro de lejos el perfil de la ciudad y los restos que tienen las luces de los ellos. Se podría decir que están ardiendo. Se podría decir que también están fuera aunque estén dentro. Qué complicado. Respiro y vuelvo a dormirme. Ya he hecho suficiente por hoy. 

(Texto escrito para un proyecto de escritura ideado por Laura Boj www.taratela.com)