domingo, 5 de junio de 2011

Rostro

A veces pasea por la calle con la certeza de que su rostro es otro y de que no puede ser reconocida. Su rostro es diferente del de la semana pasada, porque durante aquella semana, el cielo estaba gris y ella estaba apesadumbrada de hormonas y humedales solitarios; en cambio esta semana los cielos son mucho más nítidos y ha aprendido nombres de nuevas plantas. ¿Cómo va a ser su rostro el mismo? ¿Cómo podría reconocerle el señor que vende la prensa o la mujer de la panadería (donde compra un pan delicioso con semillas y pipas y semillas y pipas hasta que se acaba)? Ni siquiera ella, cuando se mira al espejo, piensa que es la misma que se lavaba los dientes por la noche. Hay líneas que se van modificando. Sombras, o apariencias de sombras. Incluso gestos nuevos, de reciente creación. Hoy por ejemplo, la ducha tenía la magnitud del césped cuando es cortado a las siete de la tarde, y su perfume, las moléculas de su perfumen, vagan por las fosas nasales de todos los transeúntes. Bien, pues eso, ¿cómo iba a ser su rostro el mismo después de esa ducha? Siendo esto así, cada lugar donde acude lo hace como si fuese la primera vez en su vida. Vuelve a empezar y le gusta.

Hay, sin embargo, una cuestión que le inquieta constantemente: si ella no es capaz de reconocerse plenamente cuando está delante del espejo, ¿cómo la identifican sus progenitores o su hermana o sus amigos? O más grave aún, ¿cómo puede tener amigos si su rostro muta y muta y muta a cada vivencia?

3 comentarios:

  1. porque cuando das un paso adelante cambias tambien el mundo entero

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  2. Imagina que coges las frases que conforman 'Rostro' y las dejas caer, rígidas como alambres, sobre el papel, dibujando una telaraña. Imagina que el velo que han formado esas frases me impide llegar al poso de tu historia. Imagina que por ello soy tan necio que me tomo las palabras al pie de la letra (y ya sabemos estas palabras son las más estériles, que se toman al pie y no dejan volar la cabeza henchida de imaginación). Estaría confundiendo el tránsito de los días con el trasiego neuronal, el azar reiterado de la vida con la pérdida de identidad.
    Le diría entonces a la protagonista del corto,: '¡Eh, háztelo mirar, que lo tuyo es agnosia visual, y terminarás confundiendo a tu marido con un sombrero!
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    http://librosyliteratura.es/el-hombre-que-confundio-a-su-mujer-con-un-sombrero.html

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  3. En primer lugar, gracias por la recomendación. Parece muy interesante.
    Gracias también por la imagen de dejar caer las frases "rígidas como alambres, sobre el papel, dibujando una telaraña". Es una imagen preciosa y además, las telarañas son de una arquitectura exquisita.
    Y lo otro... no es más que un juego. Mis neuronas están perfectamente... desequilibradas.

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