jueves, 10 de septiembre de 2015
Apuntes para una nueva morfología
Lo curioso de la morfología de la palabra tristeza es que no remite a un
cuerpo apagado. De la misma manera que la morfología de la palabra
triste remite, sin ningún género de dudas, a un hombre gris un día de
lluvia, bastante semejante en su apatía a Bartleby, el escribiente, en
el caso del cuerpo de la palabra tristeza hay un empuje en sus fisuras
que rezuma vitalidad y entusiasmo. Como un frondoso y oscuro bosque que
esconde una hoguera, más o menos viva, que arde en su interior, y que el
espectador puede ver desde fuera una vez que sus ojos se han
acostumbrado a la oscuridad.
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