martes, 26 de julio de 2011

Fragmento

(...) ¿Cómo se llama ese estado que media entre el sueño y la vigilia? Coincidirá conmigo en que es un terreno difuso, de contornos que se evaporan. A mí no me sale diferenciar qué es real y qué no lo es, y menos en esas horas que chorrean, que padecen una forma de viscosidad violenta y bella... ¿Contradictorio? No lo creo. Bien, pues le sigo contando lo que veía en esa madrugada tan porosa...

Había miniaturas de otra época que se movían en círculo. Juguetes antiguos, bailarinas, soldaditos, en granates y beis y azules opacos; todo como girando en un tiovivo y con una música extracorpórea, que te llevaba allí, más allá del levante, donde las nubes sirven para recostarse. Creo que era un vals, pero un vals contemporaneizado (un vals pasado por un filtro modernísimo que mira los objetos desde un ángulo melancólico). Y todo giraba y giraba, cada vez más rápido, cada vez con más luz, y con más éxtasis, y los juguetes caían, y los colores caían, y la cadencia se hacía ritmo, y aparecía la enajenación, y el desorden, y el delirio, y llegaba el destello, como un arrebato.


Déjeme dos líneas en blanco para respirar...


¿He logrado explicarme? ¿Usted sabe cómo se llama esa hora, entonces? ¿Esa hora en que lo real se difumina...?

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