miércoles, 10 de febrero de 2016

De la caída


Estoy esforzándome en aprender a caer.
Reparto el peso en el cuerpo, lo amontono en los costados, donde los costados son una de las esquinas de una estancia en que se está pintando, y el peso, todo el mobiliario que contiene.
Si vas a golpear con la rodilla en el suelo, haz lo posible por traerte el peso al pecho. El peso al pecho: desplaza los muebles hasta la cavidad torácica, amontónalos a sólo tres dedos de la garganta.
Como la gravedad exige urgencia, ya, cae.
Cae.
Estoy esforzándome. Cultivo la caída en la demolición del cuarto propio.

5 comentarios:

  1. Impresionante poema, Olivia. No sólo por anticartesiano. Si no por la precisión en el estrago, que deberá ser, más temprano que tarde, celebración del cuerpo. Reconozco ese costado.

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  2. Muchas gracias, Antonio. El cuerpo habitado.

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  3. Me proclamo, siempre incondicional, lo fui, y vuelvo a ser, después de mi caída.

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