Antonia Romero:
Por fin han llegado los días de lluvias.
Eso alimenta la tierra y nos alimenta a nosotras, que también somos tierra. También somos tierras.
Tú eres un prado, una majada, una extensión que la vida no alcanza a
acotar. Yo sólo soy un huerto, y ahora casi peor, una tierra en barbecho
que descansa a la fuerza. Pero nos da lo mismo.
Las dos nos vamos a dejar crecer.
Nos vamos a llenar de raíces que abracen nuestros órganos centrales.
Tu extensión kilométrica y la pequeña parcela que yo soy, van a tener un sólo pulso.
Eso me hace creer, querida Antonia: las raíces y la tierra y los mismos los latidos ahogados de las profundidades.
Me he despertado pensando en la oscuridad de la tierra mojada y por eso te escribo.
Besos,
O.
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