jueves, 10 de marzo de 2016

Nota a pie de página

Los sueños no tienen nota a pie de página. No aclaran que significa una calle que une dos ciudades. Las viejas que discuten sobre si una ciudad puede también ser pueblo. La extensa plaza donde disimulas para no saludar, donde sales corriendo cuando te reconocen. Te hospedas en un caserón familiar de unos primos lejanos que no recuerdas, aunque ellos dicen que tenían muchas ganas de volver a encontrarte. La luz es de quirófano y hay olor de trastero. Duermes en un sofá cama de polipiel marrón que tu padre compró en un mercadillo, en una habitación por donde pasan todos, entre el comedor y la sala de fiesta. Cuando nadie te ve, robas frasquitos de colonia y productos de higiene de un armario ordenado como un escaparate. Es un momento feliz: pruebas a oler y adivinas esencias. Has venido a una boda de unos primos que tampoco recuerdas. La sensación de espera no tiene imagen concreta, pero es fácil de reconocer. Sabes que hay un futuro mejor después de este teatro y aquí hay demasiada gente presente para poder marcharse a casa sin provocar un cisma. Los sueños no tienen nota a pie de página, así que esperas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario