martes, 10 de marzo de 2015

La cueva

0.
[Anne dijo
quiero leer lo que no escribes
y yo no pensaba que se me notase y me asusté.
Yo dije,
sí,
bien,
hay un lo que no escribo,
pero todavía no puedo nombrarlo.]

1.
Mira, ayer, ya ves,
dormí con la luz encendida
y las manos metidas entre las piernas, como si mis piernas fueran una gruta.
A mitad de la noche, anunciaron una muerte;
la vi y se me quebró el sueño.
[Se anuncia la muerte y se quiebra el sueño, esto es ley]. 
Di tres vueltas a la casa y me volví a acostar,
que se enfrían las sábanas.

2.
Escarbé con las manos y con los dedos
y con las yemas de los dedos,
y con los cortes y los padrastros y las grietas de los dedos,
y con las huellas, las mías propias y las otras huellas,
incluso con las huellas de la muerte, escarbé.

Me puse a escarbar en la cueva,
gruta
adentruras
profundidades
de las piernas,
y me metí tan dentro que
ya no sé decir
si la luz seguía o no encendida
si la muerte había sido o no un sueño,
si seguía la noche o si seguía el día,
si las sábanas
ya se habían enfriado,
definitivamente.

2 comentarios:

  1. Un poema intenso, onírico, extraño, que tiene su propia lógica que deja desarmado al lector. Me gusta. Escarbar en la gruta. Muerte de la luz. Noche. Enfriarse. Entre las piernas. Abrupto. Su musicalidad es abrupta.

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  2. Muchas gracias, Joselu, por leerme y por tus palabras. Un abrazo. O.

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