Estoy haciendo todo lo posible porque sea Navidad, pero en mi mente todavía estamos en noviembre. Lo de tener tiempos propios implica que a veces se descuadran los calendarios. Sin embargo, puedo contar una historia que pasa todos los días del año, y actúa como "comodín de los afectos". Es la historia de un especie de espacio que me habita, que se asemeja a un hormiguero de cristal inmenso, un tejido de burbujas interconectadas que guardan el cariño y los recuerdos que tengo con las personas que pasan, están o han pasado por mi vida.
Esas burbujas tienen un microclima (ya se ve en las letras de la palabra "burbuja") donde lo que se atesora vibra: huele a césped recién cortado, tiene la intensidad de los colores de después de la lluvia o es suave como los tejidos blandos de los pijamas. En esas burbujas el recuerdo vive continuamente con placidez y eternidad; lo que allí sucede es un siempre y es en esférico como una canica que quiere ser abrazo.
Esta historia, que es casi un confesión, es mi manera de querer en secreto a las personas que estáis o habéis estado en mi vida: os hago una burbuja en un hormiguero eterno y de cristal que está dentro de mí, y allí os guardo felices y riendo como sonajeros, ya sea Navidad, noviembre o primavera.
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Burbujas como perlas que forman el collar que siempre tienes a mano y que guardas con especial cariño...
ResponderEliminarTambién es bonito ir creando tela nueva con los hilos que la vida va poniendo en tu camino.
Feliz Navidad escritora :-)
¡Muchas gracias por tus palabras! ¡Feliz navidad, Alejandro! ¡Un abrazo grande!
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