martes, 19 de febrero de 2013

... (2)

En ocasiones quedo paralizada. Veo como los demás hacen. Se mueven. Mueven mucho los brazos y la boca y los ojos. Abren y cierran la boca y los ojos. Dios. Cómo se mueven. Y yo estoy pensando. Pienso en que debería estar moviéndome. Debería estar haciendo. Algo de provecho. No lo hago mal, soy buena, tengo aciertos, llevo toda la vida aquí atrás. Yo podría estar ahí moviéndome. Moviendo la boca, haciendo todos esos gestos, todas esas muecas. Quedo paralizada. Sí. Es una parálisis que empieza en el portal de mi edificio, y se espesa a medida que abandono las inmediaciones de mi casa. A medida que entro en el escenario de los otros. En el foco. Aquí, fuera de foco, no hay parálisis. Las contenciones son sólo las correas de mis fantasmas, que deben ser del mismo espesor que las de cualquier otro. Pero ahí, salir ahí, a ese escenario, con esos focos y esos movimientos de brazos y de bocas y de ojos...

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