domingo, 10 de abril de 2016

[Apuntes de un sueño de febrero; presagio de la calma].

He soñado que me despertaba y encontraba que, mientras dormía, habías escrito un poema en el que destrozabas la sintaxis. Algunos morfemas también se dislocaban. El texto era una criatura collage, hecha con partes de otros todos, que no sabías bien bien si significaban algo pero que habías armado tú, en una afirmación decidida. En el sueño, en el que creía estar despierta, te leía con fascinación. Las palabras se armarán solas, si tienen que hacerlo, y significarán, si tienen que hacerlo; y decía esto y tu poema se hacía todo en su dislocación y en su peligro. Entonces, siempre en el sueño, temblada, intentaba buscarte y me mirabas con ojos de riesgo y supervivencia, como si para  no morir de hambre en una guerra, hubieras muerto a un pollo con tus manos, y no tuvieses más culpa ya.

sábado, 2 de abril de 2016

No sé si lo he inventado

Tanteo la idea de hacer un diario de sueños. Anotar la vuelta de la hoja, la cara oculta. Llevo meses soñando atolondrada; hay un reverso que no sé si es mensaje o sirve para ensamblar mi identidad. Revuelvo los sueños como si fuese un cajón con bragas de saldo y busco. No sé que espero encontrar, no sé si lo he inventado. Hace unos meses la abuela salió de casa gritando. Que llamen a la policía. Nos lo contaron los vecinos. Estaba atemorizada. Dos hombres habían entrado a casa, ella los había visto. La policía llegó y registró la casa, y el sueño comenzó a disiparse. También yo mezclo sueños, lecturas, recuerdos e invenciones. Lo real se disipa y ensancha, cajón con bragas de saldo. Me planteo anotar los sueños como una hoja de ruta. O saldré de casa gritando, no sé si lo he inventado.