domingo, 14 de agosto de 2011

El desalojo

Los extrañamientos y su función espaciadora.

Cuando la luz se filtra, deja moléculas cristalinas a su paso. Mi filtro es menor de edad y adora las manzanas y y los vestidos blancos.

Mis certezas se escriben en cursiva; son pocas, cada vez menos. Combinan bien. La otredad se me antoja un misterio insondable. Mi soledad a veces tiene la consistencia del vaho de la ducha.

Ando hoy despiezada (de la nuca a la cadera hay un kilómetro de luz filtrada).

Hay algo en la edad adulta que es como una rozadura. Cosas que no son de verdad. Palabras que suenan como frascos vacíos. Todo tan extraño y lejano.

Con el vaho de la ducha, al menos, puedes dibujar margaritas o soles o nubes o una casa.

Y por eso el extrañamiento, y el desalojo y el despiece este, que se me lleva la carne y las ideas y los verbos. Se me lleva los verbos el desalojo.